Economía sin shows: ¿cómo puede un artista hacerle frente a la pandemia?

Economía sin shows: ¿cómo puede un artista hacerle frente a la pandemia?

A medida que se derrumba la infraestructura más pesada de la música dance, la industria se pregunta cómo generar nuevas fuentes de ingresos…

Artículos | Por DJ Mag Latinoamérica | 16 de septiembre de 2020

A medida que se derrumba la infraestructura más pesada de la música electronica centrada en los tours y los eventos en vivo, la gente de toda la industria se pregunta cómo pueden surgir nuevas fuentes de ingresos para apoyar a los artistas durante y después de la pandemia. DJ Mag analiza diferentes proyectos que están dando pasos audaces para reimaginar cómo la música electronica podría seguir funcionando para todos.

Han pasado unos cinco meses desde que el COVID-19 envió a todos los bailarines a sus casas. Sin señales de una vacuna a la vista, la sospecha es que los clubes permanecerán cerrados hasta los primeros meses de 2021, una situación que dejará a miles de músicos y trabajadores de la industria sin ingresos. Pero más allá de la urgente necesidad de apoyar a los afectados, la pandemia nos ha obligado a enfrentar un sistema roto. Es hora de examinar las grietas y ver cómo se pueden reconstruir.

Como se podía ver mucho antes de que llegara la pandemia, la industria de la música depende peligrosamente de los eventos en vivo. Los espectáculos son la fuente de ingresos más comunes para los músicos profesionales, a pesar de que estamos viviendo records máximos por ganancias del streaming, y la venta de entradas nutre a todos los demás: agentes, predios, personal de eventos, periodistas. Es por eso que, cuando el COVID-19 se hizo presente, las cancelaciones auguraron un daño drástico y duradero que aún sigue vigente.

Las raíces de este malestar están bastante claras: a medida que el streaming reemplazó a las compras físicas de música en la última década, el colapso de las ventas de discos dejó a los artistas dependientes de las ganancias generadas por sus actuaciones. No es que no haya ganancias por hacer música -los tres sellos principales ahora generan más de 1 millón de dólares por hora a partir del streaming-, pero la mayor parte de la riqueza creada por los artistas se las quedan las compañías de tecnología que controlan la forma en que escuchamos la música. Sin embargo, esta situación no es exclusiva de la industria de la música. El mercado laboral en general se caracteriza cada vez más por ofrecer trabajos mal pagados y desprotegidos.

Con o sin eventos en vivo, debemos pensar en nuevas formas de inyectar dinero en la música. La buena noticia es que ya hay toneladas de ideas sobre la mesa y, cuando comienzas a unirlas, surge una economía alternativa -una en la que quedan afuera los gigantes tecnológicos, las principales discográficas y los capitales de riesgo- y una cultura más sostenible que prioriza a los artistas por sobre la necesidad de generar publicidad y compartir acciones con grandes conglomerados.

On demand

El éxito constante de Bandcamp ha demostrado que los fanáticos todavía están dispuestos a gastar dinero en música, particularmente en los días “exentos de tarifas», donde los artistas ganan un 15% adicional sobre sus ventas. Otras alternativas al streaming, algo más amigables para los artistas, han tenido problemas para enfrentarse a gigantes como Spotify y YouTube.

Bandcamp, sin embargo, no se ve a sí mismo como un competidor del streaming sino como una mezcla entre una tienda de discos y una comunidad musical. Es para artistas y fanáticos, no para oyentes casuales o playlists funcionales para cafés, algo que, en un principio, le pone ciertos límites a su crecimiento. Si la empresa buscase cotizar en la bolsa, eso sería un problema pero Bandcamp parece entender su nicho. Mientras los fans sigan gastando millones de dólares al mes en música y merchandising, queda claro que la música underground puede ser una industria próspera.

Shows

Bandcamp ha cambiado el juego pero en el futuro podría ser solo un engranaje en una red de clubes, comunidades y colectivos donde el dinero fluye entre personas en lugar de corporaciones sin rostro. Los fanáticos ya están usando herramientas adyacentes a Bandcamp, como Buy Music Club, donde los DJs pueden crear listas de música para comprar, y Currents FM, donde los fanáticos se suscriben a los canales de artistas que ofrecen listas de reproducción y cargas exclusivas.

Las listas de reproducción seleccionadas por artistas en Currents FM son algo inusuales ya que se nutren de múltiples plataformas: Apple Music, Spotify, YouTube, SoundCloud y Bandcamp. Pero, además de ser un interesante espacio creador de listas de reproducción, Currents permite a los artistas monetizar su propia música, sus demos y mezclas e incluso agregar textos y notas de voz, sumando un valor agregado con comentarios relacionados a los lanzamientos.

Currents es solo una de un número creciente de ofertas basadas en suscripción. En el último tiempo, espacios como Resident Advisor, NTS Radio, Crack, Truants y AQNB han lanzado iniciativas de apoyo, ofreciendo contenidos exclusivos y merchandising a cambio de una fuente de financiamiento que no dependa de la publicidad, patrocinios o eventos. En este momento, no tenemos claro cuáles de estas iniciativas tendrán éxito pero podrían ser los pilares de una escena más sostenible.

Transmisiones en vivo

Ya sea una serie de mezclas en SoundCloud o un sitio web que publica artículos y reviews, el contenido «gratuito» al que estamos acostumbrados se paga en última instancia mediante un nexo entre publicidades y extracción de datos. Imaginemos, en cambio, una red de espacios online de acceso pago que albergue música, videos, textos, transmisiones en vivo y conversaciones donde las tarifas de suscripción van directamente a los creadores, en lugar de desaparecer en una caja negra de miserables regalías. La tecnología parece estar disponible, ¿verdad?

Esta red podría incluir servicios como ERIS, un servicio de streaming de video basado en suscripciones que se lanzará a fines del verano europeo. Estamos acostumbrados a ver transmisiones en vivo, pero no estamos acostumbrados a pagar por ellas. Eso debe cambiar, cree Melissa Taylor, PR de música electrónica y cofundadora de ERIS. «Puedes tener 100 mil seguidores en YouTube pero si ninguno de ellos se desprende del dinero para apoyar tu arte, en realidad, no tienen ningún valor para ti», dice. «No se puede pagar el alquiler con me gustas y no quiero vivir en un mundo donde solo los ricos pueden hacer arte».

ERIS ofrecerá un paquete de canales alojados por colectivos de artistas, sellos discográficos, tiendas de discos y lugares, quienes seleccionan su propio horario de transmisiones en vivo y repeticiones. Además de sesiones de DJ y presentaciones en vivo, los canales pueden transmitir preguntas y respuestas, demostraciones de estudio, lecturas de libros, estrenos de videos o ventas de merchandising. En su mayoría, los espectadores solo pueden ver lo que está programado; no es un servicio a pedido y ERIS no archiva contenido. La única estipulación para los propietarios de canales es que deben trabajar en colectivo: un solo acto no puede tener su propio canal.

La estructura es complicada, pero no opaca. ERIS tomará una porción de entre el 10 y 15% de las tarifas de suscripción y destina parte del dinero a pagos de derechos a través de sociedades de recaudación de regalías como PRS. Cada programa que incluya música requerirá una lista de canciones completa para este propósito. La tarifa de suscripción actúa como un ingreso básico, lo que garantiza que incluso los canales pequeños reciban ingresos regulares. Además de eso, hay un sistema de tokens que permite a los espectadores comprar y gastar tokens en programas en vivo, transmisiones de archivos, merch u otras interacciones privadas como tutoriales. La mayoría de los ingresos de los tokens se destinan a los propietarios de canales y artistas, y una pequeña parte se vuelve a ERIS.

Shows

El objetivo, además de poner dinero en los bolsillos de los creadores, es rechazar la mentalidad de «apuro» que pone a los artistas independientes en competencia entre sí y, en cambio, abrazar la acción colectiva. «El arte refleja la vida», dice Taylor, «así que creo que construir un centro sobre la filosofía política, social y económica que nos gustaría ver en la vida real es lo que nosotros, como creativos, deberíamos hacer por la sociedad y por nosotros mismos».

El Patreon de las artes

Desde recaudaciones de fondos temporales hasta mecanismos de apoyo a largo plazo, existen múltiples posibilidades para recibir ayuda en internet. Un sistema base es una oportunidad para «luchar contra los caprichos de los anunciantes o los no filantrópicos», señala el escritor musical David Turner, quien presenta su mirada crítica sobre el negocio del streaming en su boletín Penny Fractions. Pero el espíritu de una supportnet podría entrar en conflicto con las herramientas que usamos para construirla, agrega.

“Patreon, que utilizo para mi boletín de noticias, es una empresa respaldada por capital de riesgo que ha tomado decisiones repetidamente contraproducentes para su comunidad. Cualquier plataforma de supportnet debe rendir cuentas a sus trabajadores, pero también a los usuarios de la plataforma. Idealmente, habría un diálogo entre quienes crean la plataforma, sus creadores y quienes ofrecen dinero.”

La visión de Turner de la responsabilidad y la toma de decisiones compartida ya se está testeando. En 2018, un grupo de artistas y trabajadores de la ciudad de Nueva York fundó Ampled, una plataforma musical que funciona como cooperativa. Ampled funciona de manera similar a Patreon, con artistas que publican contenido en una comunidad de suscriptores que pagan una tarifa fija de unos 3 dólares al mes -o más, si pueden. El objetivo es proporcionar a los artistas un ingreso regular y predecible, lo que les permite retener el control de su trabajo. Las operaciones son dirigidas por todos los involucrados: artistas, fanáticos y trabajadores de la empresa, y cada grupo ocupa tres asientos en la junta directiva.      

El cofundador de la plataforma, Austin Robey, ve a Ampled como una réplica del tipo de plataformas respaldadas por inversores, diseñadas para crear valor para los accionistas en lugar de para los creadores. En su guía online “Cómo iniciar una cooperative”, escribe: “En Silicon Valley, específicamente, las fortunas se crean extrayendo valor de nuestras ideas, arte, trabajo, relaciones y datos. Nos hemos convertido en partidarios digitales, labrando tierras que no son de nuestra propiedad y regalando nuestra cosecha.”

Repensar la propiedad

Estas herramientas online ofrecen nuevas oportunidades para la música underground, pero las escenas que apoyan no existirían sin espacios, relaciones y comunidades de carne y hueso. Con los tours en espera por el futuro previsible, ¿podríamos ver un enfoque renovado en las escenas locales, con vecinos creando alianzas más estrechas?

Selwa Abd, también conocida como la DJ y productora Bergsonist, es cofundadora de Pick Up The Flow, una comunidad online donde los músicos de Nueva York pueden promocionar espectáculos, intercambiar equipos y compartir información dentro de “una especie de ecosistema de burbuja independiente”. “Ser parte del grupo me impulsa a realizar más trabajo social y pensar en nuevas formas de usar mis habilidades para conectar personas y canalizar recursos. Especialmente, desde las protestas de Black Lives Matter y el Covid-19”, dice Abd. Además de las cuentas de Facebook e Instagram, la comunidad se reúne en su propio foro online, con el hosting pagado a partir de lo recaudado en el Patreon de Pick Up The Flow.

Cuando llegó la pandemia, Abd lanzó otro Patreon para su música como Bergsonist, “pero, para ser honesta, no parece un sistema viable. Solo unas pocas personas se suscribieron y en realidad son las mismas personas que me apoyan en Bandcamp «. Los 100 dólares al mes que gana con Patreon se destinan a sus propias suscripciones. «Los seguidores son, en su mayoría, artistas que realmente no pueden pagar las membresías», dice.

Abd está entusiasmada con la perspectiva de una supportnet “en la que las grandes empresas están obligadas a financiar a los músicos”. Si las compañías de música, festivales y revistas se han beneficiado del trabajo de los músicos, dice, deberían estar devolviendo algo. «Sin nosotros no tienen contenido”, agrega.

Todavía no sabemos cómo será la vida nocturna después del coronavirus, pero ¿podrían aplicarse los principios de las supportnets también en los espacios físicos? Dryhurst se pregunta qué pasaría si los fanáticos decidieran invertir en bienes raíces en lugar de música. “Las subculturas resilientes siempre son dueñas del edificio. Los hackerspaces se han adelantado a todo el mundo en esto pero es una regla en sí: ‘si eres dueño del espacio, tienes voz’, dijo en el podcast New Models el año pasado. “La cantidad de euros gastados en vinilos en la ciudad de Berlín… Si esa cantidad de capital se hubiera invertido en bienes raíces, ¿la comunidad de la música dance sería la dueña de todo Kreuzberg?»

Un paisaje más radical

La propiedad colectiva podría ser una solución legítima a la falta de espacios asequibles y permanentes para la música underground, un problema que ha frustrado a los artistas y al público durante décadas. Pero los colectivos pueden hacer más que compartir dinero y recursos entre ellos; también pueden hacer demandas en nombre de un grupo y pedir cambios en las leyes y prácticas laborales.

Shows

La cultura y la demografía de la música underground hacen que los artistas sean más propensos que la mayoría de los trabajadores a apoyar estas acciones. Sin embargo, los músicos a menudo dudan en identificarse como trabajadores, cuyo trabajo es explotado por un sistema. Los enmarcamos como creadores solitarios e independientes, enfatizando su talento y autosacrificio. Después de todo, si la música es tu pasión, ¿no lo harías incluso si no hubiera dinero involucrado?

Entonces, los músicos, y cualquiera que obtenga parte de sus ingresos de la música, tienen mucho que aprender de otras luchas laborales lideradas por trabajadores precarios. ¿Qué pasaría si los músicos llegaran a verse a sí mismos como una clase, una que necesita cuidarse a sí misma como tal y que puede crear lazos de solidaridad con el resto de los “precarizados”? En medio de la devastación, la pandemia ha abierto un espacio para la reflexión. Básicamente, el problema es el dinero: tenemos que dar a los artistas el control sobre su trabajo y el valor que crean. La propiedad es también un camino hacia la equidad para las comunidades marginadas cuyo trabajo es fundamental para la escena. Si los beneficios de la música electrónica se distribuyeran a sus creadores, los artistas y las comunidades a su alrededor serían los que más ganarían…

Traducción del artículo original “The gig-less economy: what could a post-pandemic dance music scene look like? escrito por Chal Ravens en DJ Mag.