En 2009, cuando Berlín aún era el epicentro de una escena electrónica en ebullición, tres amigos —&ME, Rampa y Adam Port— decidieron fundar su propio sello: Keinemusik, una pequeña comunidad de artistas que buscaba escapar de los moldes del circuito comercial. Sin sponsors, sin reglas y con un nombre que literalmente significa “sin música”, el colectivo nació con una filosofía clara: crear sin pedir permiso, editar solo lo necesario y dejar que la música hablara por sí sola.

Durante sus primeros años, Keinemusik fue un secreto a voces dentro del underground berlinés. Publicaban apenas cinco lanzamientos al año, siempre firmados por sus propios miembros y prensados en vinilo, con portadas diseñadas a mano por la artista Monja Gentschow. La estética minimalista y el sonido orgánico —entre el house, el afro house y el techno melódico— se convirtieron en su marca registrada.

Esa primera etapa estuvo marcada por una búsqueda profunda: un sonido cálido, introspectivo y emocional que ponía el foco en la conexión antes que en la masividad. Sin apuntar charts y algoritmos, Keinemusik construyó su identidad desde la independencia, el arte y la comunidad, consolidándose como uno de los colectivos más auténticos y respetados de la electrónica moderna.

A medida que el mundo comenzó a mirar hacia Berlín, Keinemusik se transformó en un fenómeno global sin renunciar a su esencia. Tracks como “Muyé”, “What To Do (&ME Remix)” o “The Rapture” encapsularon una sensibilidad distinta: emocional, ritual, tribal. No buscaban ser hits, pero terminaron siéndolo, sonando tanto en clubes oscuros de Kreuzberg como en los atardeceres de Tulum.

El trío empezó a ser reconocido no sólo por su música sino por su ya clásico formato B2B2B donde los tres comparten cabina durante horas y que una vez más los reencontrará con Buenos Aires este sábado en el Parque de la Ciudad para una noche inolvidable junto a Keinemusik.