Hace algunos días, el 8 de agosto, Ricardo Villalobos cumplió 48 años y, a modo de tributo, repasamos un poco la historia de este increíble artista que cambió el panorama de la música electrónica para muchos…
Nacido en Santiago en 1970, Villalobos partió a los tres años con su familia a Alemania, igual que otros coetáneos como Dandy Jack y Chica Paula, todos hijos de intelectuales chilenos exiliados tras el Golpe de Estado de 1973. Su padre, Pedro Villalobos, era profesor en la Universidad Técnica del Estado y su tío Julio Villalobos fue guitarrista y fundador del pionero grupo de rock Blops. La nacionalidad alemana de su madre facilitó la decisión respecto al lugar en el que pasarían los años de dictadura pinochetista.
El joven creció al sur de Frankfurt y se estableció en Berlín a fines de los años ’90. Fue en esa ciudad y en Hamburgo donde comenzó su camino como DJ para el año 1987, luego de una adolesencia marcada por la percusión, basada en instrumentos como congas y bongós, y de un amor total por Depeche Mode, una de sus principales influencias junto a Baby Ford, Thomas Melchior, Daniel Bell, Andrew Weatherall y Plastikman. Además de la constante influencia latina en su hogar, donde escuchaba música brasilera y folclore chileno y argentino. “Los brasileros escuchaban techno dos o tres siglos antes que los demás. Si comparas la cadencia de la samba a la del techno, hay una idea muy muy similar tras ambas”, supo decir alguna vez.
Sus primeros pasos universitarios coincidieron con las primeras participaciones en fiestas y, para el año 1993, inició junto a sus amigos Placid Flavor, una disquera independiente que no tuvo éxito pero que, sin embargo, lo acercó a la gente del sello Playhouse. Así fue como, unos dos años más tarde, debutó en aquella plataforma con “The Content” y comenzó una relación que lo vería distribuir su música allí con cierta regularidad. Ya para el año 1996, comenzó a recibir pedidos de remixes y, en 1998, según su propio análisis,terminó por concebir su carrera como un asunto profesional.
«La música que escuchaba cuando me formé como DJ era súper cálida”, recuerda Ricardo. «Buscaba una música más orgánica en el contexto electrónico, para bailar», explica. «El house es más groovy, más funky… Uno empieza a hacer su propia versión. Para mí, toda la música que hacemos es house, a base de esas reglas, del bombo de cuatro cuartos. Uno puede reemplazar esos elementos por otros sonidos y darle forma propia.”
A medida que se involucraba, fue DJ estable en clubes alemanes como Kafe Kesselhaus, The Box, Omen, E-Werk, Ultraschall y Aufschwung Ost y participó de grandes festivales como el Love Parade en 1996 y 1998, además de frecuentes viajes a Ibiza, donde compartió cabina con DJs como Richie Hawtin, Sven Väth, Carl Cox y Steve Bug en los clubes Privilege, El Divino y Km. 5.
Villalobos empezó a volver a Chile con cierta frecuencia a partir de 1987 y ya para el año 1994 se integró a la escena local. Ese año, tocó en la célebre fiesta del eclipse en Arica y en 1997 volvió para la fiesta de la ballenera de Quintay y los Encuentros con la Technocultura. «Yo sabía lo que estaba pasando. El único choque cultural era ver que uno podía tocar esta música acá también», recuerda su sorpresa: «Eso nunca lo había pensado. Yo iba a Chile a visitar a mis papás, pero de repente encontré trabajo y pude actuar».
Después de algunos DJ mixes como “LoveFamily Trax” y “Taka Taka”, lanzó su primer álbum de estudio el 18 de septiembre de 2003: “Alcachofa” era el resultado de un proceso de tres años que lo tuvo viajando entre Chile, Alemani e Ibiza. “Las canciones se hicieron en diferentes sitios del mundo y eso hace que tengan muchas sorpresas chiquititas. Por ahí, por allá, el lado derecho, el izquierdo… Cosas de muchos meses o años trabajando en una canción”, describió.
Editado por el sello discográfico Perlon, abocado a sonidos experimentales relacionados al house minimalista, “Alcachofa” se presentó como un disco bailable y a la vez elegante, con pasajes melódicos, elaborado sobre los sonidos más simples, algo que le ganó el mote de minimal techo o microhouse y que extendió el feedback más allá de la crítca especializada, con revistas como la francesa “Les Inrockuptibles» considerándolo uno delos álbumes del 2003.
Al revés de colegas como Mambotur, Gonzalo Martínez o Señor Coconut, Villalobos no se apega tanto a los sonidos locales. «Trato de no simular los tonos clásicos de la cumbia o la salsa, sino reemplazarlos por otras frecuencias pero, de todas maneras, dar a la música algo orgánico», aclara.
«Hay muchos de esos elementos en las melodías que tiene la música de Dandy Jack y Luciano, por ejemplo», dijo alguna vez. «La influencia andina y folclórica es súper grande en nosotros. En la música sudamericana, las melodías siempre están entre felicidad y melancolía. Muchas melodías son melancólicas pero también tienen algo que te levanta. Y eso me quedó claro al escucharlos por primera vez, cuando era chico. Al entenderlo e interpretarlo así, eso te queda pegado el resto de tu vida. Uno busca exactamente esas melodías siempre.”
Luego de la salida de “Alcachofa”, participó en la gira «Embajadores de la música electrónica» con una buena serie de DJs y productores compatriotas como Dandy Jack, Luciano, Andres Bucci y Chica Paula, con actuaciones en Santiago, Maitencillo y Viña del Mar. En enero de 2004, la primera edición del festival Mutek en Valparaíso lo vio presentarse junto a Luciano bajo un espectáculo mixto con bandejas y computadoras que se ganó a la afición y fue considerado el mejor de la jornada, algo que lo unió aún más a su tierra natal. «Uno se siente súper cercano a la gente, tiene la sensación de que es rico estar entre chilenos y el humor: uno se muere de la risa a cada rato.”
Sin embargo, su condición es principalmente cosmopolita. “Uno goza de no ser nunca de un sitio totalmente», se jacta. «Siempre tengo la ventaja del exótico, y eso vale para todos mis amigos que estuvieron en la misma situación. No es que uno no tenga identidad: uno tiene una identidad mundial. Para mis padres, irse de Chile fue una catástrofe emocional, familiar, de amistad, de patria, de todo… Pero si, por ejemplo, me pasa eso a mí, ya estoy acostumbrado a vivir en otro país, a hablar otro idioma. Mi papá me enseñó eso: puede pasar en cualquier momento que tengas que irte de forma inesperada. Si te piden hacer el servicio militar o ir a una guerra, nunca en mi vida. Tomo mis maletas y me voy. Y creo que eso es una gran ventaja de las generaciones nuevas: conocer otras mentalidades para ser flexible, porque la flexibilidad es la inteligencia más grande».
Ya con su carrera en trámite, en 2006 llegó su primer compilado,” Salvador”, una edición de ocho títulos grabados previamente para el sello Frisbee Tracks, con canciones como «Que Belle Epoque 2006», «Suesse cheques» y «Electrolatino”. Un año más tarde, llegó “Sei Es Drum”, quizás, su más grande trabajo y el que terminó por llevarlo a la fama y al reconocimiento mundial. De ahí en más, su status sólo fue en ascenso.
Desde entonces, su música ha recibido la mayor de las exposiciones dentro de los canales especializados. A nivel singles, no ha parado de editar una perla tras otra y se ha dado el lujo de colaborar con actos de renombre. Su figura ha ido creciendo en contraposición con una escena repleta de ostentación y hipercomunicación, y su estilo enfocado 100% en la música le ha ganado el cariño de muchos fanáticos que no encuentran en las grandes estrellas del EDM nada de lo que él representa. Con 48 años, sus prioridades han cambiado ahora que tiene familia pero una gran certeza no cambiará: su legado vive en su música.
Para conocerlo aún más, estos son algunos de sus esenciales lanzamientos:
El disco “808 the Bass Queen” es, quizás, su track más emblemático y el más utilizado a la hora de promocionar un evento donde él está presente. Editado en el sello alemán Lo-Fi Stereo de C-Rock, representa la fusión del techno y el minimalismo y, si bien parece algo simple, da la sensación de que no cualquiera tendría la capacidad de producir algo así.
Una verdadera obra de arte minimalista con toques latinos organizados de una manera muy inteligente, con vocales únicos que se apoyan en sus raíces y, a su vez, demuestran su esplendor para abarcar nuevas teorías musicales. Lo utilizó para el “Fabric 36” que mezcló en 2007.
En el disco N-DRA , editado en 1996 por el sello alemán Hörspielmusik , Ricardo experimenta con sonidos del techno y el tech house de culto bajo sus propias reglas.
Es otro de sus grandes lanzamientos y demuestra la diversidad de estilos que propone Ricardo. El disco presentó los tracks “Laser @ Present” orientado al techno y “Que Belle Epoque” con su toque minimal, súper mental, destinado a que te pierdas en tu propia mente.