Han pasado seis años desde que el mundo perdió a Tim Bergling, pero cada beat que dejó sigue latiendo con fuerza. Hoy, Avicii Forever, el nuevo lanzamiento que reúne 19 tracks esenciales de su catálogo —incluyendo el inédito «Let’s Ride Away» junto a Elle King— no solo reafirma su legado musical, sino que nos recuerda algo aún más profundo: la eternidad del arte cuando nace del alma.

El título no miente. Avicii Forever es más que una compilación; es un acto de amor y memoria. Desde el icónico Levels, que redefinió la pista de baile en 2011, hasta ‘Heart Upon My Sleeve’ con Imagine Dragons, cada track funciona como una página de un diario sonoro que escribimos entre todos: fans, colegas y periodistas que tuvimos la fortuna de vivir el ascenso de este joven sueco que convirtió la melancolía en himno y la electrónica en emoción colectiva.

Pero el alma de este lanzamiento es, sin duda, Let’s Ride Away. La canción, nacida en una sesión de 2017 en Nashville junto a Kacey Musgraves y Luke Laird, muestra a un Avicii explorador, capaz de fundir folk y electrónica con la misma naturalidad con la que un niño mezcla colores sin miedo. Elle King entrega una interpretación sentida, con un registro que atraviesa el corazón y revive ese espíritu orgánico que Avicii supo perfeccionar como nadie.

Carl Falk, su amigo y colaborador, lo dice mejor que nadie: “Tim no solo era único. Era irrepetible”. Y tenía razón. Había algo en Avicii que escapaba a las fórmulas. Podía trabajar con un brass band en un track y hacerlo sonar moderno. Podía componer una línea melódica tan simple como perfecta. Podía hablar de cosas profundas sin palabras, con apenas un drop o un acorde mayor.

Lo notable es cómo Avicii Forever también encuentra su lugar en lo físico. La portada muestra un monumento de piedra tallado a mano con su logotipo. El material fue elegido especialmente en Skåne, al sur de Suecia, donde Tim pasaba sus veranos. Como si su música necesitara un altar. Como si todos supiéramos que, de alguna manera, Avicii no se fue del todo. Está en cada amanecer que empieza con ‘Wake Me Up’, en cada noche que explota con ‘The Nights’, en cada abrazo entre desconocidos al ritmo de ‘Hey Brother’.

Esta compilación llega en un momento en que la música electrónica parece haber perdido parte de su humanidad en medio de algoritmos, drops predecibles y estéticas recicladas. Y, sin embargo, ahí está Avicii, recordándonos que el corazón sigue siendo el mejor sintetizador. Que se puede hacer bailar y llorar al mismo tiempo. Que el arte, cuando es sincero, no muere: se transforma en eco.

Avicii Forever no es solo un homenaje. Es una invitación. A volver a escuchar con atención. A reconectar con la belleza. A entender que, a veces, las canciones que más nos marcan son las que parecen venir de otro plano. Como si Tim las hubiese traído de algún lugar que solo él podía visitar. Y ahora, ese lugar también es nuestro.

Gracias, Tim. Por no seguir la corriente. Por enseñarnos que la electrónica también puede ser poesía. Y por dejarnos melodías que, como la piedra, resisten al tiempo.

Avicii para siempre. Y para todos.