Un reciente estudio realizado por Official Charts en el Reino Unido aseguró que las ventas de cassettes se han disparado en lo que va del 2018, creciendo un 90% en lo que va del año en relación al mismo período del año anterior.
En todo el Reino Unido, para lo que va del 2018, se han vendido unas 18500 copias. Se trata de casi el doble de cassettes que se vendieron el año pasado durante el mismo período, cifra que cerró en 9750 copias. Para el fin de 2017, la cifra llegó a los 22 mil cassettes vendidos, más del doble respecto a los vendidos en 2016, que llegaron a sumar 10900 copias.
Pero, ¿por qué se da esto? Si bien no hay nada cierto y es más bien una cuestión de gustos –y, sobre gustos…- podría pensarse que el formato apunta más que nada a la melancolía de un público que se ve perdido entre tantos archivos digitales intangibles y quiere tener algo de sus artistas. En una era donde los formatos digitales vuelan más rápido que la velocidad de la luz y los mails que reciben promos quedan abarrotados de nuevos sonidos, los fanáticos no se quedan sólo con las reproducciones virtuales y buscan productos para almacenar, una práctica que siempre ha sido parte de todo lo que significa escuchar y recolectar música.
Por otro lado, en los últimos años, la resurrección del cassette se vio acompañada por una serie de lanzamientos del mainstream, con artistas como Kylie Minogue, Snow Patrol y 30 Seconds To Mars readoptando este formato para sus recientes trabajos o artistas como Eminem y Blink 182 reeditando viejos álbumes. Además, por supuesto, de la increíble exposición que tuvo gracias a proyectos de talla mundial como Stranger Things y su toque vintage y el increíble soundtrack en cassette de Los Guardianes de la Galaxia, dos producciones de la parte más comercial de la industria cinematográfica que ayudaron a restaurar los cassettes como formatos cool. Es lo mismo que alimenta nuestro amor por las fiestas temáticas de los ochenta, la reaparición de películas y la moda kitsch. Además, por supuesto, de abrir una nueva puerta para las reediciones de álbumes y compilaciones emocionantes con material de hace treinta años.
Y no sólo se da con este tipo de lanzamientos a cargo de grandes discográficas o gigantes de alguna industria artística que venda millones. La magnitud de la resurrección se hace aún más considerable si tenemos en cuenta como crece entre sellos independientes del underground con plataformas como Bandcamp adoptando el económico formato. Y es quizás allí donde reside la mayor de sus virtudes. Su precio, en relación con los vinilos –otro fenómeno que requiere análisis-, resulta fundamental para los sellos pequeños que buscan tomar riesgos e inmortalizar sus lanzamientos en formatos físicos.
Si bien la cinta del cassette no iguala la claridad de un WAV o la fidelidad del vinilo, existe un mundo de posibilidades en las grabaciones para los fanáticos y creadores. Así,como ocurre con estos formatos recién nombrados, puede que el cassette haya encontrado un nicho que decidió adoptarlo y darle un lugar que parecía haber perdido. A pesar de representar valores ínfimos para el total de lo que representa la industria musical –las ventas de cassettes sólo representan el 1% de las ganancias totales de la música-, el formato reclama su lugar y son muchos los artistas que le abren camino. ¿Llegó para quedarse?
Por Hernán Pandelo