Si bien Mai Lawson fue la artista encargada en abrir la fecha mientras ingresaban los primeros clubbers al predio, la del pasado sábado pareció ser una noche sin warm up. Los dos tanques convocantes se dividieron las 6 horas del evento y los que llegaron tarde a la gran carpa de la costanera sacrificaron preciados minutos de DJs que están muy por encima de la media. La calurosa noche de noviembre arrimó sobre la hora a más y más jóvenes que tal vez dudaron reservar con anticipación su presencia, y finalmente la velada electrónica sucedió a lleno total.
Innellea condujo la nave en el primer tramo del viaje. Sus penetrantes cimbronazos desataron un baile profundo desde bien temprano, ofreciendo una vez más a Buenos Aires su perfecta alquimia entre techno y progressive. Con reffs del más allá como estandarte, sus clásicas bajadas y vocales etéreas se lucieron entre una muchedumbre que celebraba in dance al mismo tiempo que esperaba con ansias el segundo plato del banquete.
Pasadas las 3 de la mañana comenzó la función de Dixon. La leyenda del house cambió rápidamente el clima y lo llevó para donde mejor se mueve: techno movedizo con melodías y cortes inesperados. El fundador del sello innervisions propinó altas dosis de la mágica poción que la gran masa fue a buscar al Tent. Clásicos, tracks aún desconocidos y bombas super bailables fijaron el rumbo de la imaginaria embarcación que desde la cabina supo llevar a buen puerto este astro de la música electrónica. Travesía con final feliz.