9 años de Berlin Calling: el ardiente llamado de la pasión

9 años de Berlin Calling: el ardiente llamado de la pasión

Una película que cambió la vida de Paul Kalkbrenner…

Noticias | Por Rodrigo Mendez | 16 de diciembre de 2019

Hoy, lunes 16 de diciembre, se cumplen 9 años del lanzamiento en Argentina del film Berlin Calling, película hito para los amantes de la música electrónica y documento testimonial que escarba un poco más allá del género, graficando con claridad como la verdadera pasión que surge en ciertos artistas es imposible de detener, sea cual sea el contexto negativo en que se empolla.

El afamado DJ y productor Paul Kalkbrenner se erige como un hallazgo actoral en este largometraje de tragicomedia alemán dirigida por Hannes Stohr. Lo que sucedió con el calvo artista luego de la publicación de Berlin Calling escapó de sus manos, y lo benefició de por vida. Así lo reconoció el propio Kalkbrenner en una entrevista a DJ Mag Latinoamérica. “El año siguiente al que salió la película, todos los lugares donde tocaba estaban agotados. Llevó lo que yo hacía hacia una nueva escala”, recordó el alemán, admitiendo que el film fue una catapulta para tocar en festivales y grandes escenarios, obligándolo a abandonar los clubs y reductos donde venía ejecutando su música.

A los argentinos, Berlin Calling los imanta desde la primera toma, donde Paul aparece con la casaca celeste y blanca en un aeropuerto junto a su representante y novia, Mathilde. En la personificación de DJ Ickarus, Kalkbrenner emula a un sensible y vagabundo artista que roba sonidos del metro para convertirlos en hipnotizantes melodías exitosas, algo así como la genial experiencia de crear con la vida propia. Acorralado por los excesos que él mismo evoca, Ickarus también trae a la luz la nómade vida de decenas de DJs consagrados para quienes los aeropuertos son moneda común; viajes, idiomas y países que no llegan ni a conocer debido al frenesí impuesto por las giras internacionales en las que se embarcan.

Siempre empilchado con remeras de futbol, el protagonista transita el ya conocido camino de la autodestrucción, devastándose a conciencia, para luego desde las cenizas recomponer su genialidad volviendo a crear una obra trascendental. Ickarus, aún en pleno viaje hacia el infierno, cree en sí mismo, en su música. No importan las circunstancias, su talento y vocación brotan desde adentro de su alma como agua de manantial que no para de surgir. La flor que crece del barro, con techno de fondo. En permanente recaída, cada vez que habla de la salida de su nuevo álbum, hay algo en la cara de Kalkbrenner que traspasa la pantalla revelando el amor que siente por lo que hace, como el orgullo del que vive de la simpleza que emana su corazón.

Los excesos nublan todo el panorama como una tormenta perfecta, e Ickarus es internado en un neuropsiquiátrico luego de un mal viaje. Allí escuchará reproches como “nunca pusiste tu cabeza en orden”, “te crees demasiado” y “esa música te está confundiendo” pero, tras las rejas del manicomio, logra resurgir, imponiendo claridad desde el fondo del océano. La sentencia de su padre cuando es convocado por la doctora que intenta rescatar al DJ es elocuente: “cualquiera que solo piense en sí mismo, siempre estará solo”.

Pero Ickarus no se detiene. Compone su música en el psiquiátrico al ritmo de fuertes pastillas recetadas y rodeado de extravagantes internos que, al igual que él, sufren los avatares de sus conductas descontroladas. Aunque el pelado tiene una obsesión que lo salvará: su as bajo la manga. Propone llamar a su álbum con el título de “Tetas, techno y trompetas”, pero Alice, de la compañía discográfica, sugiere una frase “más internacional”: Llamada de Berlín. La portada del disco utiliza el néctar de la locura de Ickarus, con el DJ vestido de mameluco de manicomio, gafas y bolas de boliche mezcladas con pelotas de recuperación física, como parodia y sacada de lengua al destino, ese que no pudo torcer la suerte del artista. La crítica se enamora rápidamente del material reconociéndolo como una pieza inteligentemente planeada para la época y el lugar que ocupa. Alucinaciones, cornisa y el rescate final, porque ya no queda más margen.

La película muestra también el panorama de Berlín como una ciudad en la que es posible salir de fiesta a cualquier hora del día. El vicio de perderse por sus calles haciendo aventuras aleatorias de música electrónica en ignotos rincones que ofrecen techno del bueno, sin importar para cuántos. Berlin Calling funciona como una promesa de gran intensidad, de felicidad, aunque 9 años hayan pasado de su estreno en argentina, con la pasión como bandera en un ardiente llamado hacia la inmortalidad.

Berlin Calling está disponible para ver en Netflix.