Burning Man, el festival anual que tiene lugar en el Black Rock Desert de Nevada, Estados Unidos, anunció su deseo de frenar a aquellos que usan el espectacular ambiente desértico del evento para llevar adelante acciones comerciales y otros intereses personales.
Marian Goodell, CEO del proyecto sin fines de lucro llamado Burning Man Project, publicó un comunicado explicando la situación. “Ya sean fotos comerciales, posicionamiento de productos o posteos de Instagram agradeciendo a ‘amigos’ por artículos que resultan útiles, los asistentes que incluyen modelos e influencers, están usando y etiquetando marcas en sus fotos en Playa. Esto significa que utilizan Black Rock City para incrementar su popularidad, acercándose a los usuarios y buscando más ventas”, declaró para luego ejemplificar con los rumores que llegaron a su oficina que aseguraban que hubo productos que se lanzaron durante el festival en 2018. “En serio, gente. Eso no tiene nada que ver con Burning Man”, sentenció.
El festival es una verdadera locura que, con los años, se ha asentado en el imaginario colectivo como la principal escapada hippie que sólo unos pocos pueden costear, con instalaciones artísticas únicas que sólo viven por unos días en el desierto de Nevada. Fundado en 1986, en una playa de San Francisco, el festival se creó con diez principios que, al día de hoy, parecen peligrar, sobre todo, por las actitudes de los asistentes VIP, quienes parecen haber olvidado algunos de los principios básicos del festival en cuestión.
Es por ello que desde el festival apuntaron contra los “campamentos de lujo”, e introdujeron un nuevo sistema de ventas, agregando más tickets económicos y ajustando las ventas de los tickets más costosos, diseñando métodos más democráticos para la realización del evento.