Un miércoles casual bajo las estrellas de la Ciudad de Buenos Aires se convirtió en una noche eufórica. CamelPhat presentó su segundo álbum de estudio “Spiritual Milk” ante un selecto grupo de personas que vibraron hasta la medianoche.
Superar el éxito de “Dark Matter” parecía difícil de hacerlo, pero no hay nada que CamelPhat no pueda hacer. Con el anuncio de “Spiritual Milk”, el dúo inglés se enfrentó al desafío comúnmente conocido como el “síndrome del segundo álbum”. Y claro está que lo superaron sin temor; con un disco que inicia con el máximo sonido esperanzador de “Hope” y continúa con un viaje estruendoso –pero por momentos manso– durante 66 minutos.
Conectar con miles de personas en grandes shows es complicado, pero hacerlo ante un pequeño grupo puede ser un reto aún mayor. Dave Whelan y Mike Di Scala tienen el carisma y la habilidad de crear un vínculo especial a donde quieran que vayan. El rooftop con vista a la gran ciudad brillaba y resaltaba a medida que los ingleses hacían resonar sus distintos tracks, como “In Your Eyes” o “Colossus”. Un espectáculo que se basó en un juego de luces y la sinergia que se formó entre los fanáticos y CamelPhat.
Si bien es un álbum que encuentra sus momentos de tranquilidad que llegan a los 87 bpm, “Spiritual Milk” alcanza su clímax en los instantes más oportunos para despertar una euforia incesante. Este viaje mágico en el que nos lleva CamelPhat se da gracias a la inclusión de distintos géneros y fusiones estelares con artistas que se encuentran fuera del mundo de la electrónica. Tales son Rhodes, que con su voz invita a bajar los decibeles y traer calma, y Jake Bugg, que viste “Love Is Something” con guitarras en un mundo de sintetizadores.
A los largo de los 16 tracks, “Spiritual Milk” es una gran declaración para la comunidad de la música dance: son más que “Cola” y “Panic Room”. Una ola de futuros clásicos les espera a CamelPhat, y esta vez, con un sonido que es cada vez más característico, orgánico y por qué no, espiritual. La escucha en vivo de un álbum tan conceptual llevó al público a galaxias nunca antes visitadas, con la justa dosis de luces despampanantes que retrataban una vía láctea.
CamelPhat supera el síndrome del segundo álbum con una clase magistral de producción. La habilidad detrás de las bandejas y en el estudio trasciende las leyes de la música; “Spiritual Milk” corona la carrera del dúo inglés. Y más está por venir.