Digweed volvió a pulsar F5 y actualizó a más de mil jóvenes con su fábula en Chapadmalal

Digweed volvió a pulsar F5 y actualizó a más de mil jóvenes con su fábula en Chapadmalal

John Digweed regresó a la Argentina para subir la temperatura del verano y estuvmos ahí para vivirlo.

Artículos | Por Rodrigo Mendez | 25 de enero de 2023

Fue un atardecer perfecto. Cielo rojizo, mar, acantilados, música de excelencia y hasta un arco iris resplandeciente tiñeron de emoción el último sábado donde John Digweed realizó la segunda presentación de su doblete en la localidad costera de Chapadmalal, con el support de Omnia. El astro inglés de las bandejas ya había pasado por Córdoba, Mendoza, Villa Gesell y Bariloche, con todas sus fechas a lleno total y cargadas de gran expectativa. 

Para sus shows playeros, este verano Digweed se recostó sobre una propuesta menos multitudinaria, pero con exquisito sabor final. El pasado viernes 20 y sábado 21 de enero, el colorado ofreció sendos sets en una nueva locación para el ambiente: el ciclo Sonora Music producido por El Calamar Loco. A 15 minutos de la atestada Mar Del Plata, la oferta se basó en una manera diferente e innovadora de disfrute bajo la siempre atractiva postal del sunset junto al mar, pero con un marcado espíritu orgánico y sustentable, cuidando cada uno de los detalles de un entorno de ensueño. 

A metros de un vip con pileta y una extensa barra de tragos y cocina gourmet, Digweed predicó su repertorio con música de fina evolución frente unos mil asistentes que bailaron hasta pasada la medianoche. Capaz de mezclar melodías similares a cortinas de noticieros con posibles canciones de video juegos de la próxima década, John volvió a pulsar las teclas F5 de los cerebros danzantes sobre la arena para actualizarlos y despabilarlos. Esa es la tarea social que hace tiempo cumple con vehemencia el DJ y productor nacido en Reino Unido. Todos deberían vivir al menos una vez la reveladora experiencia. 

Sus quebradizos kicks de diversas velocidades se conjugaron en agri dulce mezcla con potentes vocales house. Luego mutaron en bombos y compases techno, para volver al principio y así de nuevo empezar una y otra vez. Como un círculo virtuoso unido por un mago sin galera que, con su varita -las bandejas de un escenario montado a pasos del océano espumante-, hechizó a jóvenes en éxtasis por el propio peso de la fábula narrada. En el momento en que los parlantes dejaron de emitir el poderoso sonido, todo volvió a la normalidad.