En una industria donde las etiquetas pesan más que el talento, pocas veces presenciamos una transición tan genuina y contundente como la de Malena Narvay. Conocida durante años por su participación en exitosas tiras juveniles, la artista argentina decidió desmarcarse del molde y lanzarse a un terreno donde pocos se animan a empezar de cero: la música electrónica. Y lo está haciendo con una claridad artística que obliga a prestarle atención.

Su reciente colaboración con Space 92, uno de los titanes del techno europeo, no es un simple crossover: “Fórmula Loca” es un track de alto voltaje que fusiona el pulso oscuro y cerebral del hard techno con una interpretación vocal que no teme ser frontal, emocional y disruptiva. La canción no solo suena bien —grande, industrial, lista para sonar en un warehouse a las 4 AM—, sino que también dice algo. Su lírica habla de soltar prejuicios, de dejar atrás máscaras, de ser uno mismo en un mundo que impone formas. Dicen que no soy normal. ¿Quién quiere ser normal? canta Malena Narvay.

Narvay ya venía haciendo ruido: Colaboró con Boris Brejcha, se presentó en Ultra Buenos Aires rompiendo todos los esquemas, y además con su álbum Dualidad, nominado a los Premios Gardel, exploró el costado emocional y performático de la electrónica. Este nuevo paso junto a Space 92 la ubica en una liga mayor: la de los artistas que entienden la pista no solo como lugar de escape, sino como espacio de expresión profunda.

Mientras prepara nuevas presentaciones y contenidos junto a su colaborador francés, el panorama queda claro: Malena Narvay es una artista con visión, con hambre de escena y con un proyecto que respira autenticidad. En una escena latinoamericana que siempre necesita nuevas voces con identidad, la suya ya se alza como una de las más singulares y prometedoras. Y esto, apenas empieza.

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