Fotos: Walter Paz

Los tiempos en que se vinculaba a la música electrónica únicamente con su capacidad para hacer bailar quedaron en el pasado. Hoy en día, son muchos los factores que definen una performance más allá de lo que sale expulsado de un parlante. Como sucede con toda disciplina artística, los años pasan y los artistas encuentran nuevas formas de expresión, nuevas maneras de complementar, fusionar o reformular las propuestas ya existentes. Es el curso inevitable de las cosas. Y, en este sentido, lo ocurrido la semana pasada en Crobar es una manifestación clara de un novedoso fenómeno que viene creciendo hace rato.

Juan Hansen presentó “Sphere”, su último proyecto y la más extensa de sus presentaciones hasta el día de la fecha. A su vez, es importante destacar el trabajo de Max Donato, quién abrió la pista sabiamente con un set deep y elegante, como el del dúo Bob Tosh, encargado de cerrar la pista a su manera, con un techno melódico arrollador que le permitió a la gente continuar con el baile hasta el final de la noche.

“Sphere” fue la primera fecha en la que Juan tuvo la posibilidad de presentarse en horario main. No solo eso, sino qué se dio el lujo de hacer un set extendido, brindando un repaso por todo su repertorio. Además, el show contó con la participación de FrenetikVoid y Diego Dorado, los dos artistas visuales a cargo del universo de formas y texturas en 4D que acompañó en vivo la totalidad del set. Pero eso no fue todo, en este caso, el concepto de interdisciplinariedad fue respetado con todas las letras a través de la intervención de músicos diversos: Jacquie O en el chelo, Juan Pablo Lemu en guitarra, Pablo Bursztyn en sintetizadores, Rocio Giorgi y Marley Waters en vocales. Todos ellos colaboraron en el sentido último del show, lograr la sinergia entre lo visual y lo musical de la forma más espontanea posible.

El sonido de Juan no puede encasillarse dentro de ningún género, él es su propia banda y decide hacia dónde, a qué velocidad ir y cuándo es hora de pasar a lo siguiente. Dentro de su set, hubo momentos que podrían asimilarse al deep melódico, al progressive, al afrohouse, al indie, al techno melódico y hasta el break. Sin embargo, como espectador, una vez que Juan arranca, no queda otra opción que abrirse a la libertad y pureza de su propuesta.

Lograr algo de esta calidad y magnitud es un fin en sí mismo para cualquier artista, más aún para alguien que construyó su carrera de forma atípica con relación a los esquemas de la escena local.

El tiempo suele recompensar a aquellos que rompen paradigmas.