Ditian: La importancia del porqué, el dónde y el cuándo

Ditian: La importancia del porqué, el dónde y el cuándo

Nos adentramos en el recorrido de Ditian, uno de los artistas más interesantes que tiene la escena local.

Artículos | Por Felix Perret | 05 de febrero de 2021

Fotos por Lucas Gomez Oromi

La contratapa de la historia de Ditian- y por historia digo (o escribo) algunos hechos y otras tantas ideas subyacentes bajo estos hechos- diría algo así:

Ditian nació en Buenos Aires en el 92. Estudió ingeniería informática en alguna universidad y, en simultáneo, estudió producción musical junto a Kevin Di Serna. Editó música en Innervisions, Exit Strategy y TAU, entre otros. Sus tracks fueron y serán bailados por miles de jóvenes y adultos extasiados a lo largo y ancho de este planeta. Continúa residiendo en Buenos Aires, desde donde idea y ejecuta su visión de la música electrónica.

Si uno entiende a la música electrónica (o la música, y punto) cómo un ser vivo independiente que evoluciona, cambia y se adapta a las circunstancias, estará de acuerdo con que Ditian es uno de esos artistas que respeta esta naturaleza. Dentro de un género que suele ser auto referencial y repetitivo, artistas como él avistan el futuro y lo traen al presente, creando formas y mecanismos personales que aporten a una construcción del lenguaje musical actual. En pocas palabras, Ditian existe en el presente, es algo que ocurre hoy. Su interés no está puesto en reproducir viejas fórmulas, si no en inventarse las propias, y es así como ha encontrado un lugar en el mapa internacional y en algunos de sus sellos de mayor vuelo.

De cerca y de lejos, Dario Sebastian es un tipo tranquilo, de buena madera; de esos cuyos gestos y palabras suelen resumirse a lo indispensable, a lo necesario, a lo real. Es humilde, calmo y educado, de su boca no vas a escuchar juicios fuertes, ni opiniones soberbias. Por el contrario, Ditian, su proyecto musical, habla fuerte y dice verdades incómodas, explora mundos paralelos y sorprende con cambios repentinos. Ditian es, en definitiva, un ejemplo claro del concepto de alter ego. Probablemente sea por eso que permanezca un enigma dentro de la escena local y también en la internacional: todos saben que existe pero nadie sabe bien cómo es. Pocos lo han visto presentarse en vivo, sus redes mantienen una sólida y constante discreción, y la magnitud de sus lanzamientos se remonta a la que su criterio le permita. Sin embargo, aquellos que están en tema saben que fue el primer argentino en editar en Innervisions, que su música suena fuerte, pesada y triste a la vez, y que hay algo en su sonido que lo diferencia del resto.

Dario nació en Buenos Aires en el año 1992 y siempre permaneció en su ciudad, salvo por algunos viajes. Se siente cómodo acá. Y es en Buenos Aires, más precisamente en el barrio de Devoto, donde arranca su historia. Si bien su familia no era una de esas familias regidas por la melomanía, ciertas bandas individuales como Queen y Pink Floyd (el disco favorito de su padre era Dark Side of the Moon) lograron hacerle de gancho al mundo de la apreciación. En su casa también escuchaban a la cantante italiana Laura Pausini, seguramente como forma de seguirle el rastro a la cultura de sus padres y abuelos. Algo de toda esa tristeza y melancolía inmigrante reside en las canciones de Dario al día de hoy, como un eco de sus antepasados añorando salir al mundo.

Con la entrada a la preadolescencia, el boom de las plataformas de descarga y la cultura MTV, Dario entra en contacto con mucha información nueva. El primer género del que se apropia es el punk-rock de bandas como Red Hot Chilli Peppers y Blink 182. La sensibilidad de John Frusciante es una de las razones por las que incursiona en la guitarra, su primer instrumento y forma de manifestación estrictamente musical. Y así es como también conoce algunas de las nociones básicas de teoría musical que lo acompañan hasta el día de hoy. Sin embargo, su relación con la guitarra nunca supera el terreno de juego o de experimentación, aunque de alguna manera, es la causal de una serie de eventos que lo llevarían a confiar en su capacidad para expresarse a través de la música. No es hasta que comienza a salir de noche que cruza caminos con la electrónica, el mundo oculto y brillante de los clubes, y la potencia de esa música cuando sale expulsada de un sistema de sonido de gran tamaño. En Buenos Aires, es muy normal que los clubes nocturnos se dividan en dos pistas: una de música latina y otra de electrónica. Como si fuese un camino que se bifurca, los jóvenes eligen, naturalmente, en cuál de ella se sienten cómodos. Dario elige la segunda, el resto es la historia de muchos argentinos: conocer e interiorizarse en la electrónica a través de las Creamfields, las Moonpark y todo ese mundo promisorio que pone al frente tuyo el potencial de lo que un DJ puede llegar a ser.

Nota aparte: es curioso como la música electrónica (casi) siempre llega última en la vida del productor como si, para llegar a ese lugar, hubiese que pasar primero por otros donde se recolectan los sonidos y melodías que, luego, codificadas en formas sencillas, terminarán entrando en el 4×4 de un track de club. Continúo.

Más allá de la propia formación y los logros particulares en la carrera de un artista, hay momentos que, por más fugaces que sean, desencadenan hechos que varían para siempre el sentido de las cosas. Momentos en los que una variable nueva altera la forma de una señal de manera en que no vuelve a ser la misma. Ditian tiene dos de esos.

El primero se remonta a sus inicios. Es 2015 y acaba de sellar su primer track. Hace unos meses que Hernán Cattaneo ya incluye tracks en sus sets y su nombre empieza a dar vueltas en la escena del progressive. Su profesor es -nada más y nada menos que- Kevin Di Serna, uno de los mayores referentes que tiene la escena local a nivel internacional. En marzo, viaja a Miami en el marco de la Winter Music Conference, donde tiene la suerte de escuchar al grandísimo James Murphy de LCD Soundsystem, a DJ Tennis y a unos Tale of Us recién saliditos del horno en una misma tarde. Ese hecho, si bien ahora resulta obvio, le abre las puertas a un mundo nuevo o, al menos, a uno que Dario no había escuchado hasta el momento. Ese encontronazo planta una idea en su cabeza: se puede hacer música electrónica de una manera muy distinta a la que él conoce y hay un público dispuesto a disfrutarla. Pero, a veces, el contexto marca la pauta: a su vuelta, junto a Kevin, hacen “Crystal Forest”, una épica progresiva esperanzadora que sale editada en Lost & Found, el sello de Guy J. La canción es un éxito inmediato. Luego, viene “Everest”, su segunda colaboración con Kevin, que sale por un compilado del sello Balance Music curado por Hernán. Para casi cualquiera, arrancar así es arrancar muy bien, por donde muchos quisieran culminar una carrera. Sin embargo, Ditian ya tiene algo claro: quiere cambiar su sonido.

El segundo momento ocurre en 2016, durante un viaje a Europa, y es la ratificación del primer momento. Dario renuncia a su trabajo y se dispone a irse solo a conocer el viejo continente. Viaja a Ámsterdam en el marco del ADE, conoce Berlín, Londres, y se sumerge en la profundidad de eso que había conocido en Miami. Vuelve a Buenos Aires e inmediatamente comienza a reconstruirse. Ahí es donde nace el Ditian de hoy, la versión inicial del artista que, en aquel viaje, el proyecta ser en el largo plazo.

Recién llegado y con tiempo libre, se dispone a hacer algo nuevo. El producto de este tiempo es “Far From Here”, un track que conserva el sentido melódico de su música previa pero sostenido sobre percusiones más secas y pesadas. Es el primer salto de calidad en términos de producción, su intento por simplificar y marcar mejor los espacios de cada elemento, ganando identidad. Le envía el track a Bruno Deodato (alias Trikk) y, al poco tiempo, Kristian Beyer de Âme le toca el timbre: lo quiere para la edición N°10 del compilado anual de Innervisions, “Secret Weapons”. Al igual que le habría sucedió en el pasado con Hernan, el visto bueno de una figura de ese calibre lo vuelve a poner en el centro de la tormenta. Ese momento es la cúspide de su evolución y el comienzo de todo lo que viene después. Así, su nombre vuelve a estar dentro de la escena. Rápido pero de a poco, queriendo pero sin forzarlo.

A la hora de hacer música, Ditian se toma todo el tiempo que crea necesario. Lo hace de a un track a la vez, metiéndose de lleno en lo que sea que quiera transmitir. Aprendió con los años que no hay otra forma de hacerlo; que, al diversificar demasiado, las cosas pierden su filo. Lo mismo hace con los elementos que incluye dentro de sus tracks. Hay un factor meta meticuloso que reproduce, de mayor a menor, en todos los aspectos que componen su proyecto musical: desde su figura como artista a los lugares donde elige editar, al cuidado particular que le dedica a sus tracks, a cada elemento que incluye en ellos y al procesamiento de esos elementos, y así. Todo ese trabajo se percibe al escuchar su música. Le guste a uno o no, su música tiene cimientos fuertes: un porqué, un dónde y un cuándo. Lo mismo replica con el número de fechas que elige, no sale a pinchar porque sí. Las circunstancias tienen que estar dadas para que pueda plasmar su idiosincrasia sin ceder ante las exigencias culturales de un público que espera otra cosa.

Su discografía está compuesta por numerosos singles y dos EP’s, todos cuidadosamente posicionados en los sellos por los que él se ve representado. Luego de su primera aparición en “Secret Weapons”, vuelve a Innervisions en varias ocasiones: en 2019, con “Fine Day”, que salió en el SW número 11; en 2020, con “Forgotten April”, esta vez para el 12; y otras dos veces más, en el compilado de Transmoderna con “Expired Drama”, y en el compilado Limbo con su bellísimo track “Fixed Nostalgia”. Además de apadrinarlo, tanto Dixon como Âme marcaron una fuerte influencia en su sonido, eso está claro. Otro de los hitos en la carrera de Ditian es su track “Paranoia”, editado en Sum Over Histories, una aplanadora metálica y filosa preparada para quebrar cualquier club. Es con “Paranoia” que Ditian se presenta fuerte, supersónico, alejado de la calma y belleza estética que lo precede. A su vez, es la antesala de “Time is an Illusion”, su primer EP personal y su primera posibilidad para delimitar su mundo sonoro, el que mezcla lo triste, la melancolía esperanzadora, lo siniestro, lo orgánico y lo industrial. Vuelve a tener una oportunidad así con el EP “Solid Snake” que sale editado por TAU, el sello de los Adana Twins. Ahí, ya se puede ver a un artista maduro, uno que vuelve a concretar cuatro tracks sólidos y de impronta personal. Pero el bombo en negra no es todo lo que Ditian conoce: el 24 del último diciembre sale “Indian Carmelo” en el compilado “Palo Santo” de TAU, una joyita ambiental impulsada por un bajo continuo y melodías airosas, algo que resuena a un atardecer en la playa o a cualquier situación donde uno se siente en calma, satisfecho con las cosas. El futuro es promisorio para Dario.